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Nuria Oliver, Personaje Social 2025 por poner a las personas en el centro de la IA
Este 2025, en plena euforia y alarma en torno a la inteligencia artificial, cuando el debate oscila entre la promesa de una nueva revolución industrial y el temor a perder el control, y consolidado el uso de la IA generativa a nivel popular (con mil millones de consultas al día en ChatGPT), una científica española recuerda algo elemental: la tecnología solo tiene sentido si se pone al servicio de las personas.
La ingeniera de datos alicantina Nuria Oliver ha desarrollado su carrera en laboratorios de investigación, como el de MIT, y de grandes empresas tecnológicas –Microsoft Research, Telefónica I+D o Vodafone–, pero siempre participando en “proyectos relacionados con el uso de la tecnología para el bien social, para ayudar de alguna manera a las personas”, por eso le vino como anillo al dedo la dirección de ELLIS Alicante, conocido como Instituto de Inteligencia Artificial Centrada en la Humanidad, una fundación de investigación independiente. Desde ahí lidera un equipo que trabaja para que la IA no sea solo más potente, sino también más justa, más transparente y más humana.
En 2025, el Gobierno de España le ha concedido el Premio Nacional de Investigación Julio Rey Pastor de Matemáticas. El reconocimiento llega no solo por sus contribuciones científicas —en modelado del comportamiento humano, sistemas interactivos e inteligencia artificial—, sino por haber situado en el centro de su trabajo los retos éticos y sociales de esta tecnología.
Y no hemos podido estar más de acuerdo con esta concesión en la Revista Haz, que como cada año destacamos a una persona que por su trayectoria profesional y personal haya participado en la mejora de la sociedad. Este 2025, Nuria Oliver es el Personaje Social del Año por su contribución a que la IA sea más responsable y centrada en las personas.
De la preocupación a la acción
Tras su larga trayectoria en empresas tecnológicas, con el tiempo, Oliver se hace cada vez más consciente de dos fenómenos simultáneos: la ubicuidad creciente de la IA en todos los ámbitos de la vida y los retos éticos y sociales que esa misma característica trae consigo.
Durante varios años, relata, fue madurando la “necesidad de que hubiese más instituciones independientes, libres de intereses económicos” capaces de investigar precisamente esa dimensión humana, ética y social de la IA.
Pero la preocupación de Oliver no se limita a lo individual, ni siquiera solo a lo social. Es también geopolítica. En su diagnóstico, hoy vivimos una situación “muy delicada”. Primero porque el liderazgo en investigación, innovación y despliegue de la IA está polarizado entre Norteamérica (Estados Unidos y Canadá) y China, dejando una situación de “vacío o vulnerabilidad” a Europa, dependiente tecnológicamente de actores externos. Además, subraya, el liderazgo institucional en IA se concentra en un puñado de grandes tecnológicas estadounidenses y sus equivalentes chinos, con un enorme poder económico, social y político.
Ninguna de esas empresas, remarca, tiene como misión principal el bienestar de las personas o de la sociedad, sino la maximización del beneficio empresarial. Esta combinación es, en su opinión, uno de los grandes retos de nuestro tiempo.
“Un gran reto que tenemos es la concentración sin precedentes de poder económico, social y político en un oligopolio de empresas tecnológicas americanas en el mundo occidental”, declara Oliver a Haz.
Una de las mayores preocupaciones de Oliver es que el el liderazgo en IA se concentra en un puñado de grandes tecnológicas, que miran más al beneficio empresarial que al bienestar social.
En su visión, no es deseable para Europa —ni para el planeta— que una tecnología tan estratégica, que está “en el corazón de la cuarta revolución industrial” y transformando todos los ámbitos de la sociedad, esté dominada por tan pocos actores y tan poco diversificados.
Ante esta situación, la propia comunidad científica europea en IA se moviliza. En 2018, Oliver y otros investigadores firman un manifiesto proponiendo la creación de Ellis (European Laboratory for Learning and Intelligent Systems).
El objetivo es claro: contribuir al liderazgo de Europa en investigación en IA a través del talento. “Las mentes más brillantes, las que tienen muchas ofertas laborales, no están eligiendo quedarse en Europa, y esto es una gran pérdida”, sostiene.
Desde su nacimiento como asociación no lucrativa con sede en Alemania, Oliver forma parte del núcleo impulsor y ejerce como vicepresidenta de Ellis Europa, una red de institutos o nodos de investigación repartidos por todo el continente, que tiene también programas de doctorado y posdoctorado, con más de 3.000 candidaturas de más de cien países cada año, y programas temáticos de investigación que abarcan desde áreas teóricas hasta aplicaciones en salud o clima.
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ELLIS Alicante: un instituto de IA centrada en la humanidad
En ese marco nace Ellis Alicante. A raíz del interés de la Generalitat Valenciana por desarrollar una estrategia autonómica de IA, Oliver propone aprovechar la convocatoria europea para albergar una unidad Ellis en la Comunidad Valenciana.
La candidatura es seleccionada como una de las primeras unidades Ellis de la red y crean una fundación privada de investigación en junio de 2020, en plena pandemia, que será precisamente uno de sus primeros proyectos donde Ellis Alicante ponga la IA al servicio de la salud y las personas. La fundación congregó a un grupo de más de 20 investigadores voluntarios que conectados en remoto desde sus hogares crearon modelos de IA para predecir la propagación del coronavirus y la ocupación hospitalaria y analizar el impacto de la pandemia en la vida de las personas.
Los modelos de IA desarrollados para predecir la curva pandémica le valieron para coronarse con el primer premio de muchos: una competición mundial organizada por la Xprize Foundation (Pandemic Response Challenge), siendo la primera vez en la historia que un equipo de España ganaba una competición global de esta fundación.
Para Oliver, fue una confirmación de que “hay talento en todas partes” y de que, a menudo, el problema es la falta de oportunidades y entornos adecuados para que florezca.
Oliver fue la principal impulsora de Ellis Alicante, que se constituyó en 2020 y cuyo objetivo es la investigación ética de la IA priorizando su impacto social. En la foto, Nuria Oliver con el equipo del centro.
Este uso de la IA se enmarca en uno de los tres pilares en los que basa su actividad Ellis Alicante, el de “entendernos”, es decir, desarrollar modelos de inteligencia artificial capaces de modelar, caracterizar y predecir aspectos del comportamiento humano, tanto a nivel individual (gustos, intereses, necesidades) o a nivel agregado, conociendo el comportamiento de una ciudad o de un país entero.
La segunda línea temática de la fundación de investigación es la de la “IA con la que interaccionamos”, poniendo especial atención en los chatbots y asistentes conversacionales y en las interfaces inteligentes e interactivas que ayuden a las personas, en vez de sustituir sus capacidades.
Una de las grandes preocupaciones de Oliver es que, con la irrupción de la IA y nuestra convivencia tan íntima con ella, perdamos habilidades humanas fundamentales, como el pensamiento crítico, la creatividad o las competencias sociales y emocionales. Por eso, en Ellis Alicante exploran no solo el impacto de una dependencia excesiva de la IA en estas habilidades, sino también cómo la IA puede servir para reforzarlas.
Así, el próximo año se pondrá en marcha el proyecto piloto Maike, un chatbot educativo basado en el método socrático, diseñado para hacer preguntas e invitar a la reflexión y no para dar respuestas automáticas. El objetivo es ayudar al alumnado de instituto a escribir textos argumentativos.
El primer prototipo se estrenará en abril de 2026 en inglés, aprovechando que la mayoría de los conjuntos de datos están en ese idioma y por eso se probará con estudiantes de bachillerato internacional, en colaboración con centros educativos de Suiza y, posteriormente, de España.
Oliver y Ellis Alicante están preocupados por cómo la IA podría hacer que perdamos habilidades humanas clave, como el pensamiento crítico o la creatividad, e investigan de qué maneras podría ayudarnos a fortalecerlas.
La tercera pata basa su trabajo en la “IA en la que confiamos”, analizando temas tan críticos y sensibles como la justicia algorítmica y no discriminatoria (sesgos de raza, sexo, religión…), la privacidad, la transparencia y explicabilidad (por qué la IA toma determinadas decisiones) y el impacto cultural y social de, por ejemplo, los filtros de belleza de las redes sociales, o la censura automatizada del desnudo en el arte.
Sobre este último aspecto están realizado una colaboración con una de las mayores iniciativas internacionales contra la censura algorítmica del arte, Don’t Delete Art, que ha incluido propuestas para que los algoritmos distingan mejor entre arte y pornografía, reduciendo la censura errónea y la restricción de la libertad artística.
“El arte se ve censurado, de manera que ni el David de Miguel Ángel, ni La maja desnuda ni obras fundamentales dentro de la historia del arte humano pueden compartirse en redes sociales, con el impacto que eso tiene a nivel cultural, social y artístico”, explica Oliver.
No dejar a nadie atrás
Otra preocupación central de Oliver es no dejar a nadie atrás en esta revolución tecnológica: asegurarse de que los sistemas de IA sean inclusivos y reflejen la diversidad del planeta, así como garantizar que los equipos que diseñan la IA y las instituciones que la impulsan también sean diversos.
Recuerda, además, la experiencia de dos doctorandos de ELLIS Alicante que se fueron como voluntarios a enseñar IA a estudiantes en Malawi. Allí comprobaron de primera mano algo que resume bien uno de los grandes riesgos: Se puede tener mucha ambición para enseñar y aplicar IA, pero sin electricidad estable ni acceso fiable a internet, la brecha es insalvable.
El mensaje que lanza Oliver es claro: no basta con desarrollar algoritmos avanzados; hace falta infraestructura, políticas públicas y cooperación internacional para que la IA no agrande las desigualdades existentes.
En opinión de Oliver, son necesarias infraestructura, políticas públicas y cooperación internacional para que la IA no agrande las desigualdades existentes.
Por qué Oliver encarna un ‘personaje social’ de la era digital
Si el Personaje Social del Año es aquel que destaca por mejorar la sociedad en un tema de actualidad, la figura de Nuria Oliver cumple todos los requisitos: ha demostrado que se puede hacer ciencia de primer nivel mundial desde una fundación independiente y pequeña alicantina, cuyo foco declarado es la humanidad; ha contribuido a que en España y en Europa la conversación sobre IA no sea solo una cuestión de competitividad, sino también de derechos, equidad y cultura democrática, y lo ha hecho de manera teórica pero también muy práctica con la aplicación de su trabajo científico a causas concretas como la gestión de crisis sanitarias, el impulso de la educación y pensamiento crítico en jóvenes o la defensa de la libertad artística.
En un tiempo en el que es fácil encandilarse con el brillo técnico de la IA, la trayectoria de Nuria Oliver recuerda que el verdadero impacto social de una tecnología no se mide solo por lo que puede hacer, sino por para quién y para qué se pone en marcha. Por eso, en la era de la inteligencia artificial, su voz y trabajo encarnan de manera excepcional el sentido del Personaje Social del Año.
QUIENES LA CONOCEN BIEN
Emilia Gómez, científica en el European Centre for Algorithmic Transparency del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea
“Nuria Oliver es una figura clave en el avance de una inteligencia artificial fiable y centrada en las personas, alineada con la perspectiva europea. Su trabajo y liderazgo en la red Ellis ha contribuido de manera decisiva a integrar principios de ética, derechos fundamentales y responsabilidad social en la investigación y el despliegue de sistemas de IA. Además, ha tenido un papel fundamental en el diálogo entre ciencia, industria y políticas públicas, aportando una visión rigurosa y constructiva. Su trayectoria demuestra que la excelencia científica y la IA responsable no solo son compatibles, sino inseparables”.
Celia Sánchez San Juan, COO ELLIS Society e.V.
“Nuria Oliver es mucho más que una referencia científica en inteligencia artificial: es una de las voces más claras y comprometidas en defensa de una IA al servicio de las personas. Personalmente la definiría como una activista al servicio de la IA centrada en la humanidad”.
“Desde Ellis Alicante, el instituto que cofundó y dirige, impulsa una investigación de excelencia y, al mismo tiempo, un diálogo abierto con la sociedad sobre cómo asegurar sistemas de IA éticos, responsables y verdaderamente al servicio de la humanidad”.

Ricardo Baeza-Yates, profesor WASP, KTH Instituto Real de Tecnología, Estocolmo (Suecia)
“Es una de las mejores investigadoras en inteligencia artificial responsable a nivel internacional, y una referencia indiscutible en el uso ético de los datos con impacto social. Su trabajo combina excelencia científica con un compromiso profundo con los derechos fundamentales, la transparencia y el bien común. Además, ha sabido tender puentes muy necesarios entre universidad, industria e instituciones públicas. Su labor es clave para demostrar que la innovación en IA puede y debe ir de la mano de responsabilidad social”.

María Luisa Melo, directora para Europa de Asuntos Públicos de DHL
“Conozco a Nuria Oliver desde hace más de 20 años, de mi época como periodista y después ya trabajando en comunicación en varias tecnológicas, y siempre me impresionó su liderazgo transformador, no solo por su impacto en el ámbito tecnológico y digital, sino, sobre todo, por la solidez ética y los valores que lo sustentan”.
“En un contexto donde el uso de la tecnología y de la IA plantea retos éticos y sociales, Nuria ha sabido situar los valores en el centro de la toma de decisiones, convirtiéndose en un referente imprescindible”.
“A lo largo de su trayectoria, ha demostrado que es posible liderar procesos de cambio profundo sin renunciar a la integridad, la transparencia y el respeto por las personas. Y además, con empatía y una sonrisa”.




